Un nuevo estudio revela prácticas inquietantes en las celebraciones de victorias militares durante el Neolítico, sugiriendo que la exhibición de trofeos humanos y sacrificios de enemigos cautivos eran parte integral de las ceremonias. Los hallazgos, provenientes de yacimientos en Achenheim y Bergheim en Alsacia, datan de entre 4300 y 4100 a.e.c., donde se encontraron restos humanos en fosas circulares, junto con extremidades cercenadas de individuos que no estaban entre las víctimas identificadas. La brutalidad de estos actos muestra una compleja interacción entre guerra, sacrificio y ritual que llama a replantear nuestra comprensión de las celebraciones bélicas en esta época remota.
Históricamente, el triunfo romano ha sido un arquetipo de cómo las victorias se celebraban a través de desfiles majestuosos y la humillación pública de enemigos capturados. Sin embargo, el nuevo estudio sugiere que, en el Neolítico, las expresiones de victoria tenían un matiz más oscuro. En lugar de un mero desfile, podría haber habido rituales que combinaban violencia extrema con un significado simbólico, donde las víctimas eran no solo objeto de sacrificio, sino también trofeos que representaban la superioridad del grupo vencedor. Esto podría indicar que las celebraciones neolíticas buscaban no solo marcar un triunfo, sino también deshumanizar al enemigo derrotado.
Los investigadores, agrupados de diversos centros europeos, abordaron este fenómeno a través de un estudio multiisotópico que contrastó las biografías de las víctimas encontradas en estos yacimientos con una población de referencia local. Al analizar las muestras biológicas, revelaron que las víctimas no eran originarias de la región, lo que apunta a la posibilidad de que eran enemigos de grupos foráneos, lo que convierte a estos actos de violencia en parte de una estrategia militar más amplia de conquista y dominación territorial. «Esto sugiere que la movilización de grupos externos en enfrentamientos hacía necesario que el ritual de la victoria incluyera un componente de reafirmación cultural y demarcación de poder», afirmaron los expertos.
El estudio, publicado en la revista *Science Advances*, también destacó diferencias en los restos de cuerpos enteros y brazos cercenados, lo que sugiere un tratamiento diferenciado de las víctimas basado en su origen. Así, los brazos podrían haber pertenecido a grupos de la región norte de Alsacia, mientras que los cuerpos completos provenían del sur. Esta evidencia contribuye a la narración de una serie de conflictos donde, en distintos momentos, diversos grupos enfrentaron a la población local, cimentando una narrativa de conquista que se tradujo en prácticas rituales que celebraban la victoria.
Finalmente, los hallazgos ponen de manifiesto que la violencia, lejos de ser un incidente aislado, formó parte de un espectáculo planificado que requería de un marco social y político que exaltara la victoria. La brutalidad expuesta en las ceremonias podría interpretarse como una forma de consolidar el poder, donde actos festivos como banquetes y danzas complementaban un ritual desgarrador que despojaba a los enemigos de su humanidad. Así, lo que puede parecer salvaje y primitivo a nuestros ojos modernos, era, en su tiempo, una compleja celebración destinada a legitimar el dominio y la identidad cultural del grupo triunfante.










