A medida que el mundo enfrenta un alarmante problema de desperdicio alimentario, que representa un tercio de toda la producción en el planeta, se busca de manera continua soluciones innovadoras para reducir estas pérdidas. Las frutas y verduras, especialmente durante el almacenamiento y distribución, son altamente susceptibles a diversas enfermedades postcosecha provocadas por patógenos, lo que a menudo las lleva a la pudrición y eventual desperdicio. La pudrición gris, por ejemplo, es una de las causas más comunes de deterioro y se debe al hongo Botrytis cinerea que puede afectar a una variedad de vegetales, incluyendo las fresas, y que también plantea un reto considerable a la hora de conservar tomates, uno de los vegetales más consumidos a nivel global.
El tomate, aclamado como uno de los productos vegetales más relevantes en términos económicos, con una producción anual de 200 millones de toneladas, enfrenta un grave problema: su vulnerabilidad a más de 200 patógenos distintos, incluyendo el hongo Colletotrichum, responsable de la enfermedad antracnosis. Esta condición puede provocar pérdidas dramáticas de hasta el 30% de la producción almacenada. A pesar de su significativo rol en la alimentación humana y su aporte nutricional, el manejo postcosecha de los tomates es delicado, lo que ha llevado a la comunidad científica a explorar métodos de conservación más efectivos y sostenibles.
Con la creciente preocupación por la salud pública y la seguridad alimentaria, se hace indispensable encontrar alternativas a los productos químicos tradicionales utilizados para la conservación de los tomates. Autores e investigadores, en particular desde la Universidad de Valladolid y el Instituto Politécnico Nacional en México, han comenzado a investigar el uso de extractos vegetales y aceites esenciales naturales como medios de protección postcosecha. Este enfoque no solo busca garantizar la calidad de los alimentos, sino también respetar el medio ambiente y minimizar el uso de químicos que puedan ser perjudiciales para la salud.
Los aceites esenciales, particularmente aquellos derivados de la hierba limón y el eucalipto, han demostrado ser prometedores en el combate de enfermedades como la antracnosis en tomates. Al ser compuestos muy volátiles y con propiedades antimicrobianas, estos aceites resultan no solo en un producto atractivo para el mercado, sino que también aseguran la seguridad alimentaria al ser naturales y de fácil acceso. Los experimentos realizados han demostrado que estos aceites pueden reducir significativamente la tasa de infección en tomates, un hallazgo que podría revolucionar la forma en la que se manejan los productos agrícolas en el futuro.
La investigación de estos aceites esenciales, realizada mediante un proceso sencillo de hidrodestilación, sugiere un camino viable hacia la comercialización de soluciones ecológicas y efectivas que podrían ser utilizadas en el almacenamiento de tomates. Este avance no solo podría beneficiar a pequeños agricultores y comunidades con limitaciones económicas, sino también contribuir a la lucha global contra el desperdicio alimentario. A medida que se avanza en la investigación y se desarrollan productos basados en estos compuestos, la promesa de un mejor manejo y conservación de tomates, aprovechando recursos locales, se perfila como una solución esperanzadora en el contexto de la producción agrícola mundial.










