Conexiones Sociales: Clave Para La Resiliencia Psicológica

En momentos de crisis, como el reciente apagón masivo en España, las interacciones sociales se vuelven clave para la resiliencia psicológica de las ...
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En momentos de crisis, como el reciente apagón masivo en España, las interacciones sociales se vuelven clave para la resiliencia psicológica de las personas. Esta búsqueda de conexión con otros, incluso con desconocidos, es un impulso profundamente arraigado en nuestra biología y evolución. Matthew Lieberman, destacado investigador del Laboratorio de Neurociencia Cognitiva de la UCLA, subraya que el cerebro humano está diseñado socialmente, equiparando la necesidad de conexión con la de alimentos y agua. Las interacciones positivas desencadenan la liberación de neurotransmisores como la oxitocina, la dopamina y las endorfinas, que reducen el estrés y promueven la salud física y mental.

El sistema de respuesta al estrés, regulado por el eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA), también se beneficia enormemente de las conexiones sociales. Investigaciones en neuroimagen han demostrado que las áreas del cerebro asociadas al miedo y la incertidumbre tienden a calmarse en la compañía de otros. Sin embargo, a pesar de este diseño biológico que nos impulsa a socializar, durante crisis como la pandemia de covid-19, muchas personas han optado por el aislamiento. Un estudio internacional reveló que más de un tercio de los jóvenes ha experimentado síntomas de ansiedad social, cifra que alcanzó el alarmante 58% en Estados Unidos, empeorando la respuesta emocional ante situaciones de crisis.

La sensación de «intolerancia a la incertidumbre», que se traduce en la dificultad para afrontar situaciones sin control, incrementa la vulnerabilidad a diversos trastornos de ansiedad. Socializar emerge como un potente antídoto, ya que compartir experiencias ayuda a normalizar emociones, brinda diversas perspectivas y facilita el acceso a información tranquilizadora. Las lecciones aprendidas tras el tsunami de Japón en 2011 constatan que los supervivientes con mayor apoyo social presentaban tasas muy inferiores de problemas psicológicos, aun enfrentando un nivel similar de trauma básico.

No solo las conexiones fuertes son importantes; los llamados «vínculos débiles», es decir, interacciones breves y casuales con desconocidos, también aportan beneficios significativos. Un estudio reveló que tener conversaciones con extraños en espacios públicos, como el transporte, puede mejorar notablemente el estado de ánimo de las personas, superando las expectativas iniciales de incomodidad. Además, durante la pandemia, el uso de videollamadas y mensajes de texto ha mantenido relaciones a distancia, generando efectos similares a las interacciones presenciales. Sin embargo, el uso excesivo de redes sociales también ha sido ligado a niveles más altos de ansiedad social, reflejando las complejidades de la comunicación digital.

Para fortalecer la resiliencia social en tiempos difíciles, es vital adoptar estrategias que beneficien nuestro bienestar emocional y físico. Priorizar encuentros físicos seguros, establecer rutinas sociales regulares y valorar los vínculos débiles puede hacer una gran diferencia. Asimismo, fomentar actividades comunitarias y compartir experiencias personales son pasos esenciales. Las políticas públicas también juegan un papel crucial al promover la cohesión social, incluyendo iniciativas que refuercen el sentido de comunidad y el apoyo mutuo, especialmente en situaciones de distanciamiento social. Así, cuando la incertidumbre nos llama al aislamiento, la clave está en reforzar nuestras conexiones humanas, asegurando que cada interacción contribuya a nuestra salud mental y física.

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